A comienzos de 1840 el arquitecto italiano Carlo Zucchi, residente en Montevideo, recibe la noticia del llamado a concurso para la construcción de la Tumba de Napoleón en la iglesia de los Inválidos en París. A partir de allí decide participar enviando cuatro proyectos alternativos acompañados de un opúsculo dedicado a Louis Visconti, el arquitecto que luego vencerá el concurso y construirá el monumento. Lo interesante del envío de Zucchi, que pretende mediante este gesto reinsertarse en el circuito artístico europeo. Al mismo tiempo, la serie de proyectos que envía y que quedaron debidamente documentados en su archivo personal, expresan el pasaje del tipo de monumento de carácter abstracto y arquitectónico (columnas u obeliscos) al monumento personalizado que replantea el culto al héroe y la importancia cada vez más notoria de la estatuaria. La posición marginal de Zucchi, su deseo de alcanzar cierta notoriedad luego de la escasa concreción de obras de su exilio sudamericano, estimulan su creatividad y su posición crítica frente a las bases del concurso, lo que da como resultado un interesante conjunto de proyectos arquitectónicos.