Última modificación: 2019-10-31
Resumen
Denostado, denigrado, disuelto en un magma considerado aún más recalcitrante como el del “academicismo”, el beaux-arts –sea lo que fuere que eso significara– ha sido despreciado por buena parte de la historiografía sobre la arquitectura en América Latina, no lejos de lo que sucedió desde la historiografía sobre la arquitectura moderna en general. Aunque en Theory and Design... Reyner Banham (1960) mostró cierto interés al rescatar algunos aspectos, en su apartado “The Academic tradition and the concept of elementary composition” (1960, 14-22), solo fue un llamado de atención sobre un tópico que, a esa altura, había trasmutado en una lectura matematizada[1]. Aquellas valoraciones, claro está, forman parte de una sucesión de malos entendidos o sencillamente de otras intenciones. Las versiones euronorteamericanas en general optaron por diseccionar la cuestión del beaux-arts rescatando las arquitecturas más ingenieriles y desechando las eclécticas, estas últimas subsumidas bajo la noción de estilo. Este tipo de miradas convenientemente ignoró las arquitecturas situadas “extramuros” –las producidas en el resto de los continentes– tildándolas de excepcionales o recuperándolas como versiones surgidas desde su propio centro. Sin embargo, se reconoce una dificultad adicional en los enfoques atravesados por la vocación de construir una particularidad adjetivada como latinoamericana: la sombra de un fenómeno de transculturación, la condena por origen, a ser una arquitectura importada, de colonización. Así, al ser adoptada en el siglo XIX como la arquitectura que representaba a los estados independientes, la contradicción se evidencia con otro vigor: el beaux-arts pasará a ser interpretado como una arquitectura de sectores liberales que atenta contra la “nación”. Son estos, algunos de los argumentos más agresivos elaborados desde mediados del siglo XX, en búsqueda de una “esencia” latinoamericana.
Hacia los años 1970s tuvo lugar una reivindicación nostálgica del beaux-arts en general que, en las narrativas sobre América Latina sin embargo, fue vista críticamente, ya sea inquiriendo acerca de su pertenencia regional y por lo tanto acerca de su inclusión o, por el contrario, abordada como parte de la arquitectura moderna.
Se propone aquí una serie de observaciones sobre el problema del beaux-arts entre el desprecio, el silencio y la nostalgia. Como contrapartida se plantea la interpelación del lugar posible en una historiografía sobre la arquitectura en América Latina.
[1] En referencia al debate suscitado en torno a la publicación del ensayo de Colin Rowe, The Mathematics of the ideal villa en 1947.