Última modificación: 2019-09-13
Resumen
El período comprendido entre finales del siglo XIX y principios del XX significó para Chile, sin lugar a dudas, una etapa de bonanza económica. Entre muchos otros factores, son las divisas del salitre las que destacan como un fuerte promotor de dicho crecimiento. Este superávit, permitió la puesta en marcha de políticas públicas que generaron proyectos en muy diversas áreas del desarrollo, siempre bajo el propósito de llevar al país a convertirse en una nación “moderna”.
Con el propósito de acelerar la consolidación de esta empresa, el gobierno de Chile, desde mediados del siglo XIX envía a jóvenes de diferentes áreas, en condición de pensionados, a realizar estudios a diversos países de Europa. Aquí figuran aquellos que realizaron estudios técnicos de ingeniería y arquitectura, quienes a su regreso al país hacia principios del siglo XX, cobraron especial importancia por su aporte a la construcción de la nueva nación.
Tributo que no se limitaría a difundir las técnicas constructivas aprendidas, plasmándolas en el diseño y la construcción de edificios, ferrocarriles, puentes y calzadas, sino que al mismo tiempo, aportando en el conocimiento y ejecución de proyectos territoriales y urbanos.
Un ejemplo destacable de dicho aporte es la figura del ingeniero arquitecto Carlos Barroilhet (1866-1954), quien a su regreso al país, luego de realizar estudios en el Escuela de Bellas Artes de Paris como becario del gobierno, colaboró en diversas áreas en pro de la modernización del Estado; algunos ejemplos de aquello fue el diseño y la construcción de edificios de orden tanto público como privado, como el edificio del portal Edwards, el diarios el Mercurio de Valparaíso; la planificación de proyectos de transformaciones urbanas como la del balneario de Viña del Mar y de igual forma, contribuyó formando parte de los profesionales asesores de ministerios gubernamentales.